Experimentar los beneficios de los aceites esenciales a través del uso aromático, no es nuevo ya que ha sido puesto en práctica por siglos y siglos. La aromaterapia, el uso de los aceites esenciales y extractos de plantas, han estado circulando por cientos de miles de años. En la antigua Roma, China, Grecia y la India, los aceites esenciales estuvieron presentes, y eran usados de manera frecuente, en rituales, y ceremonias religiosas. La gente se dio cuenta de las propiedades edificantes de los aceites esenciales, y de cómo podían tener efectos positivos sobre el humor, estado de ánimo y emociones.
Aunque este efecto era un tanto inexplicable en la antigüedad, en 1990 se hicieron investigaciones que ayudaron a los biólogos a entender cómo el inhalar el aroma de un aceite esencial logra activar sensores químicos específicos que se mandan al cuerpo, y qué reacciones correspondientes ocurren. Esta investigación ayudó a comprobar la noción de las antiguas civilizaciones —inhalar aceites esenciales puede tener efectos significativos en las emociones, el humor y el entorno—.
Así como cada aceite esencial tiene una estructura química diferente, cada persona tiene diferentes emociones y memorias. No existen dos personas, con exactamente la misma reacción, al momento de inhalar un aceite esencial. Sin embargo, los aceites esenciales contienen ciertos elementos químicos que ayudan a promover sensaciones de calma, relajación, solidez, energía, y alivio.