Tendencias de la terapia
En estos momentos existen dos corrientes principales en el mundo de la Aromaterapia: la Escuela Francesa y la Escuela Anglosajona. No se trata de centros donde se imparten enseñanzas, sino más bien de corrientes filosóficas con distintas formas de entender la aplicación de la terapia.
El químico cosmético francés René Maurice Gattefossé fue el fundador y el que acuñó el término Aromaterapia en los años 20 del siglo pasado, además de ser el principal exponente de la Escuela Francesa. En este enfoque mucho más científico, los aceites esenciales son tratados como cualquier otra medicina, recetados por médicos y dispensados por farmacéuticos, administrados por vía externa o interna y trabajados en dosis bastante altas, incluso puros.
Por su parte, Marguerite Maury comenzó a su vez a desarrollar una forma distinta de trabajar con los aceites esenciales que supondría el nacimiento de la Escuela Anglosajona. En este enfoque se prefiere trabajar por vía externa, en lugar de ingerir de manera “médica” los aceites esenciales, a través de masajes e inhalaciones en dosis bajas (no más del 2%), por lo que iba dirigido especialmente al ámbito de la estética, la cosmética y el bienestar. Este es el tipo de Aromaterapia que más se ha conocido y divulgado por todo el mundo, siendo además el más utilizado hoy en día por la seguridad y tranquilidad que ofrece a los profesionales. Sin embargo, los seguidores y divulgadores de este enfoque promovieron una filosofía de trabajo con ciertos dogmas que se han perpetuado entre profesionales, escuelas y alumnos sin criterios comparativos científicos reales, en especial sobre el tema de la toxicidad.
Mientras la Aromaterapia Médica o Francesa
cuenta con un conocimiento exhaustivo de la composición y estructura química de los aceites esenciales, así como de sus efectos farmacológicos y toxicidad, permitiéndole administrar dosis altas con total seguridad;
la Aromaterapia Anglosajona,
la más difundida, tiene un conocimiento muy superficial a este nivel, lo que ha llevado a que los profesionales que la aplican y enseñan desconozcan estos efectos de forma total o parcial, optando por la exageración y eliminando el uso de ciertos aceites esenciales al temer los posibles efectos negativos.
Sin peligro tóxico
En un aceite esencial que se considera muy tóxico como el de poleo-menta (Mentha polegium), donde la dosis letal 50 (DL50) es de 0’4, un adulto de 70 kg necesitaría ingerir 28 g para llegar a una dosis mortal. De 0’1 g a 28 g hay un abismo, nadie usa esas cantidades para una aplicación de Aromaterapia, ni siquiera los médicos por vía interna. Esta es la realidad, y pocos aromaterapeutas trabajamos con aceite esencial de poleo, que se emplea más como aroma para la industria alimentaria, pero podemos ver que algunos aceites esenciales mucho más comunes, como la Salvia (Salvia officinalis) o el Romero (Rosmarinus officinalis quimiotipo alcanfor), también son desechados de un plumazo del maletín del aromaterapeuta con muy poco criterio por los anglosajones. En el caso de las inhalaciones, todavía es peor, porque la cantidad que realmente va a la sangre como mucho y con muy buenos difusores, llegaría al 40%.