Los difusores de aceites esenciales son unos gadgets que ya se estaban empezando a ponerse de moda en los últimos años, pero que han ganado fuerza con la pandemia.
En primer lugar, por el tema de los aerosoles y la necesidad de ventilar el aire en las estancias, ya que muchos de estos aparatos también funcionan como humidificadores -no confundir con los purificadores- y son un extra a la ventilación natural. A diferencia de los anteriores no filtran las partículas de polvo, pelusas, baterias, etc, pero sí pueden dar más humedad.
Pero también porque muchas personas han comenzado a pasar más tiempo en sus hogares con los confinamientos y han empezado a dar más importancia al ambiente que respiran en ellos o a crear entornos más acogedores a través del olfato.
Los difusores de aromas no son muy caros. Su precio oscila entre los 20 y los 40 euros y tienen muchas utilidades.
Son idóneos para las personas que tienen algún problema respiratorio y evitar la sequedad en el ambiente, pero también pueden resultar útiles para quienes practiquen yoga o meditación en casa. Asimismo, valen para aromaterapia, terapia acuática o fototerapia.
Igualmente son recomendables para usarse en oficinas o lugares de trabajo en los que se quieran generar entornos relajantes o agradables para los empleados.
Los creadores y fabricantes de estos difusores les suelen dotar de diseños minimalistas o estéticamente muy atractivos, con el fin de que sean un bonito objeto de decoración o aporten luces extra a las estancias.